jueves, 17 de octubre de 2013

Félix Bautista

Al ver la persistencia en los ataques fundamentalmente de corte político contra el senador Félix Bautista, cabría la expresión de que “no hay nada que sea tan malo que no tenga algo bueno”. El hombre no será un santo, pero creemos que algunos voceros de oposición y representantes de intereses mediáticos muchas veces desbordan o extreman con acusaciones en su contra, a todas luces precipitadas o alegres, mayoría de las mismas sustentadas en el mero rumor, en la presunción o en la “percepción”. 
Y es que al margen de que  en algún caso en particular se le pidiera cumplir con todas las normas o “guardar las formas”, no es de justicia ni de equidad que ñgeneralmente sin darle  margen a defenderse ni oportunidad a la posibilidad de inocenciañ se le quiera satanizar por cuanto hace o decida, ya sea en el accionar público o en el privado. Félix, hombre práctico y resuelto, se ganó la confianza del expresidente Leonel Fernández como político y como funcionario por ser una pieza del equipo gubernamental que le hablaba con resultados. 
Costos o cuestionamientos aparte, mucha de la obra material de las administraciones del doctor Fernández, que es amplia y en algún momento le será reconocida, no hubiera sido posible si un hombre de las agallas y la decisión del ingeniera Bautista no hubieran estado por el medio. Aunque algunos críticos lo vean como un sacrilegio, ojalá cualquier gobierno, que no quiera quedarse corto en sus promesas y planes de construcción de obras públicas, tener al lado a cinco Diandino Peña y a cinco Félix Bautista. 
Estas líneas ñque, como todas las que escribo, no son producto de un encargo, sino de un punto personal de mira y de pensamiento- vienen a cuenta, visto el blanco de críticas y de ataques contra Bautista, del que a lo menos a que han llegado los autores de la campaña es a quererlo satanizar o crucificar porque una de sus empresas, igual que otras dominicanas, fue contratada para construir algunas obras importantes en Haití. 
Eso, como el caso de los también dominicanos Federico (Quique) Antún, Manuel Estrella, Félix García y Mícalo Bermúdez, en vez de ser un pecado, es una privilegiada oportunidad de negocios para estas empresas y para la economía del país. La gran ironía: que sean el embajador y un exprimer ministro de Haití los que defiendan ñy vean legítimas- las obras de Bautista allá. 

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